domingo, 27 de julio de 2008

Historia oficial, memoria y adicciones

Lic. En Psic. Laura Buschiazzo
Lic. En Enf. Gabriel Chalá

Comencemos por comprender... de eso también se trata la reconstrucción que hacemos de los hechos del pasado. Los contamos como fueron también para comprender qué pasó y por qué.

¿A qué nos referimos con historia oficial?

La historia oficial haría referencia a acuerdos entre las personas para contar sucesos pasados. Creemos que es necesario que exista porque para que la historia sea transmitida de generación en generación es importante que se cuente de manera coherente y tratando de encontrar la mayor objetividad posible. Para ello si bien podemos opinar acerca de la historia dejamos que quienes la escriban sean los profesionales capacitados y que la información la obtengan de personajes protagonistas e informantes calificados, de documentos fidedignos, y del registro que de la observación de los hechos se haya realizado. Además, es necesario que haya transcurrido un tiempo entre el hecho y su reconstrucción porque nos permite tomar la distancia adecuada para despejar los contenidos subjetivos y su afecto asociado. Esto no quiere decir que se omita el hecho de que un suceso genera efectos subjetivos y de muchas otras índoles en las personas y las sociedades. Estos efectos son estudiados y relacionados también por otras disciplinas como la Antropología, la Sociología, la Psicología.

¿A qué nos referimos con memoria y por qué la distinguimos de la historia?

La historia tiene mucho de memoria, pero decimos memoria a los hechos que se guardan en nuestro registro personal o en el de las sociedades en su conjunto con todo el contenido afectivo y de significación que tienen para nosotros. La memoria nos es útil y necesaria para nuestro propio aprendizaje por experiencia, por ello también se convierte en un elemento importante para el desarrollo de nuestra identidad personal y también colectiva. Porque la memoria es memoria personal y también lo es en muchos casos, memoria que pertenece a un pueblo. Forma parte de la identidad social y cultural. También la historia oficial participa de estos procesos de identidad y es importante que exista como acuerdo ya que implica poner límites concretos a períodos, contextos, sucesos, etc. Conocer los límites de aquello de lo que no participamos o no conocimos directamente, o de lo que necesitamos aprender aún habiéndolo vivido, es necesario para el buen proceso de identidad. Luego, y entonces sí, habrá tiempo de expandir el conocimiento y establecer nuevas relaciones entre los hechos. Además, para el buen desarrollo de la identidad necesitamos que nuestra memoria se ubique por entre los hechos que compartimos con otros seres humanos, la historia oficial y otras memorias, sino parecería ser una creación fantástica que no nos identifica al resto de nuestros iguales. No nos permitiría sentir que pertenecemos a una sociedad, a una cultura, a un mundo.

¿Por qué relacionamos la historia oficial, la memoria y las adicciones?

En primer lugar recordemos que adicción significa “lo no dicho”. Por ello las posibilidades de transmitir la historia y de contar acerca de los contenidos de nuestra memoria haciéndola compartida van de forma opuesta en relación a un proceso de a – dicción, o de ocultamiento de hechos o situaciones, por ejemplo de la historia familiar, etc.

En segundo lugar hablamos de que la historia oficial implica acuerdos a los cuales consideramos negociaciones entre dos o más personas, para las cuales las reglas de juego, los roles y su alcance son conocidos por todas las partes. Implica el conocimiento de las consecuencias posibles. En la negociación, se tiene conciencia y decisión de qué cosas estoy dispuesto a dejar y que cosas no. Ponemos énfasis en la realización de acuerdos para la construcción de la historia oficial distinguiéndola de los pactos ya que estos implican la aceptación de reglas que, o no son conocidas en su totalidad por todos quienes pactan, o dejan fuera a una persona o sector social. Implican la falta de medida del alcance de lo pactado, es decir las reglas no son tan claras, ni tan explícitas y pueden estar ocultas a una o más partes. Además no aparecen bien definidos los roles de quienes participan e implican condiciones de alguna desigualdad de poder. Existe una asimetría conocida o no, conciente o inconsciente. Es decir que alguien posee algo por el cual el otro que lo necesita establece el pacto. El acuerdo es posible entre partes en igualdad de condiciones.

El pacto entonces está asociado a algo que no se dice, a lo no “dicho”.

¿Entonces por qué historia oficial, memoria y adicciones?

Decíamos en el párrafo anterior que poder acodar la construcción de una historia oficial se opone al ocultamiento, a lo no dicho y contribuye al proceso de identidad saludable, tanto personal como colectiva. Esto permite asociar nuestra memoria de los hechos u ordenar lo conocido en el tiempo de manera tal de poseer coherencia e identificación de pertenencia a una época o proceso humano. Nuestra memoria encontrará lugar y por tanto podremos describir un pasado, un presente y proyectar un futuro. Sabremos que el afecto que algo nos provoca es pasado y experiencia que nos permitirá repetirla o evitar que vuelva a suceder. Hacer compartibles por coherentes y no locos sino “reales” los contenidos de la memoria personal o colectiva permiten el desarrollo de la identidad personal y social de forma saludable.

La historia oficial acordada y asociada a la memoria personal y colectiva compartible está en orden con la identidad saludable. La historia oficial pactada y el ocultamiento de la memoria personal o colectiva se alía con la impunidad. Es decir con algo que nos sucede o sucedió y puede volver a suceder sin que podamos prevenirlo o controlar o revertir sus efectos. Genera miedo, desazón, inseguridad y no nos permite proyectarnos al futuro. Es “algo” que tiene poder sobre nosotros, nos domina. Algo en lo que no podemos identificar un rostro y por tanto no podemos hacer responsable.

Ser adicto implica haber desarrollado una “identidad” de adicto es decir una identidad que se asocia a algo no dicho. Es una construcción personal y colectiva que se alía a la impunidad. ¿De qué? No sólo de lo siniestro de perder la capacidad de detenerse o de abstenerse de consumir, sino también el destinar el tiempo vital al consumo, además de no tener proyectos de vida futura. También de lo siniestro de la impunidad de quienes lucran con la venta de estas sustancias y permanecen ocultas.

La reconstrucción de la historia oficial acordada, la posibilidad de compartir los contenidos de la memoria individual y colectiva son herramientas de prevención de las adicciones ya que permiten el desarrollo de la identidad saludable y la esperanza de proyectarse al futuro.

sábado, 26 de julio de 2008