lunes, 4 de agosto de 2008

¿Cómo ayudar a un amigo que consume drogas o alcohol?

Lic. en Psicología Laura Buschiazzo

Lic. en Enfermería Gabriel Chalà


En primer lugar es importante decir que consumir drogas no es estrictamente hablando “ser adicto”. La adicción es como la parte superior de una escalera que puede comenzar por un consumo experiencial, es decir hacer la experiencia de probar sustancias por curiosidad o porque se dio, para conocer sus efectos. El segundo escalón, sería el que consume sustancias cuando “pintó” esto se llama consumo ocasional. El tercer escalón es aquél en el cual se consume “siempre que” o “creyendo que” por ejemplo: ir al baile, o para animarse. Es decir se atribuye un efecto mágico y la creencia de que es necesario para hacer tal o cual cosa. Este es el consumidor habitual. El último escalón es la adicción que como dijimos en el artículo 1 de esta serie, es entre otras cosas, la pérdida de capacidad de detenerse o de abstenerse de consumir y ocupar todo el tiempo en el consumo. Es importante destacar que a partir del segundo o tercer escalón, según la sustancia, es más factible que se continúe en rápido ascenso, por la gran capacidad adictiva de la mayoría de las que se consumen en nuestro país. Inclusive que el consumo habitual de alguna sustancia accione la puerta de entrada para el consumo de otras. Pensemos que es más fácil animarnos a “probar” cuando se está bajo los efectos del alcohol por ejemplo.

Pero... ¿Cómo nos damos cuenta de que un amigo consume drogas o alcohol?

En primer lugar quien consume en una experiencia o de forma ocasional, es probable que lo comente con su grupo abiertamente. Sin embargo quien consume de forma habitual o sea adicto no lo hace.

Entonces... demos algunas pistas acerca de los comportamientos que cambian en un amigo que consume drogas o alcohol. En esta ocasión no agregamos al tabaco debido a que muchos de estos cambios no se dan por su consumo.

En la apariencia física

- Pupilas dilatadas u ojos rojos

- Caminar “diferente” como cansado

- Más flaco (no tiene ganas de comer cosas que le gustaban)

En lo psíquico

- Falta de motivación para hacer las cosas que antes le gustaba hacer

- Adormilado (se duerme en clase)

- Confuso (pensamiento lento, no entiende)

- Excitable (se enoja o se ríe por cualquier cosa)

Con la familia

- Aislado (se encierra en su cuarto más que antes)

- Se irrita fácilmente

- No cuenta o miente o está misterioso de los lugares que frecuenta

- Desaparecen cosas o dinero de casa

Con el grupo de amigos

- Se aísla, ya no se incluye entre ellos dice que son “caretas” o diferentes

- No frecuenta los lugares que antes le gustaban

- No comparte la misma música, los diálogos y “códigos que compartía

¿Cómo podemos ayudarle?

Generalemente lo que nos pasa es que seguimos queriendo a nuestro amigo pero él, no se comporta como tal y por eso a veces nos enojamos o le reclamamos por estos cambios. Esto seguramente tiene que ver con la ansiedad que nos causa verlo cambiado. Entonces, en primer lugar es mejor que no nos pongamos ansiosos, sino es probable que discutamos.

Hay dos cosas que se recomiendan como importantes a tener en cuenta:

- Muchos de nosotros nos sentimos amigos de una persona, pero no todos somos indicados para acercarnos a ayudarle.

- No todas los momentos son propicios para hacerlo. Hay situaciones que pueden generar el efecto contrario. Por ejemplo, en presencia de otras personas, o cuando creemos que el amigo que consume está bajo los efectos de la sustancia. Recordemos que bajo los efectos de sustancias, las personas se encuentran más excitables, propensos a enojarse o “zafar” de la situación, o no están en condiciones de entendernos. Esto es importante porque aún queriendo ayudarle también hemos de cuidarnos. Cuidarse no sólo significa la posibilidad de una agresión física, sino también un insulto, o el desconcierto y la frustración que puede generarnos si nuestro amigo se ríe de lo que nosotros por afecto le decimos. Además hemos de pensar que si esto ocurre, habremos “ambos” perdido la oportunidad de comunicarnos y ayudarnos.

Veamos concretamente algunas pistas acerca de cómo acercarnos al amigo:

- Encontrar el momento adecuado. Es también cuando nosotros nos sentimos dispuestos y en condiciones. Por ejemplo, si en 5 minutos tenemos un escrito, no estamos en condiciones ni de tiempo ni de pensamiento, estamos ocupados en otra cosa.

- Quien ha decidido acercarse (porque no se trata de organizar una patota salvadora) ha de poder reflexionar previamente acerca de cuánto quiere a su amigo y qué le ha hecho quererle. Esto porque ha de poder rescatar las actividades que han compartido y que ahora no comparten. La idea es poder decirle aquello que verdaderamente le pertenece y no frases hechas.

- Acercarse a él sin reproches ni juicios ni discursos largos.

- Acercarse a él en primer lugar saludándole como siempre, para luego concretamente decirle que notamos que está cambiado y que extrañamos su presencia en el grupo. Por ejemplo, que fulano extraña sus chistes, que mengano extraña sus abrazos, que tenemos un libro nuevo para leer juntos y que quisiéramos reunirnos con él otra vez.

- Aceptar que no conteste o que parezca que no nos escucha, y si es así, decirle que si tiene algún problema, o le pasa algo, que puede contar con nosotros. Si no nos dice nada, o nos esquiva, o dice que verá si nos llama, aceptamos esto y nos vamos por ese día. Este tipo de acercamiento lo debemos repetir en varias oportunidades. En una de esas conversaciones, o en la primera, si nos dice algo más, entonces sí podemos acercarnos más físicamente con algún gesto de esos que hemos compartido y seguir hablando con él. Quizás sea este el momento en que decida contarnos lo que le pasa.

- Ahora que nos ha contado y si efectivamente consume drogas o alcohol, hemos de poder decirle que estas cosas no se solucionan solo. Sería bueno que le relatáramos alguna de las situaciones propias en las que nos pasaba algo. Mientras cargamos solos con el problema se hacía más pesado, pero cuando lo contamos y recibimos ayuda, pudo solucionarse y ya no pesó tanto. Es importante entonces, decirle que en estos casos, se requiere de confiar en algún adulto que pueda orientarle mejor.

Guía didáctica para el abordaje de este tema

Para hablar con los niños y adolescentes acerca de estos temas, es importante, además de poder decirles cómo ayudar a nuestros amigos, poder nosotros también como adultos dejar la omnipotencia. Contarles sinceramente que nosotros hemos tenido y tenemos problemas que no podemos solucionar solos. Reconocer que nos cuesta pedir ayuda pero que en muchas ocasiones es necesario. Es la mejor manera de cuidarnos. Hemos de poder no juzgarles, y reflexionar sobre ellos dialogando abiertamente. Reconocer que no por ser adultos padres, maestros o docentes tenemos que saberlo todo. Reconocer que también nos equivocamos.

Ayudar es también comenzar a abrirnos a la posibilidad de que tampoco una disciplina sola soluciona todo lo referente al consumo. Se hace imprescindible compartir los conocimientos y abandonar la chacra, reconocer que la red comunitaria es tarea de todos y es uno de los factores que nos protegen y que sostienen cuando necesitamos ayuda. Además ayudar es también dejarnos de prejuicios tan locos como para decir que psicólogos y psiquiatras son para locos. Ayudar es también no hacer discursos que luego no sostenemos con nuestras acciones.


Nota:


No confundamos al “buchón”, con el “delator”, con al que denuncia una situación porque es necesario ya que se pone en riesgo la vida de una persona. El buchón persigue un fin, degradar, competir. Su concepto es subjetivo ya que sigue una fidelidad en relación a sí mismo. El delator quiebra una alianza pre establecida, pero no siempre podemos utilizar esta palabra tan alegremente ya que no siempre sabemos cuál ha sido el motivo, o las condiciones en las que esto ha sucedido. Lamentablemente muchos delatores que perseguían fines propios (más parecidos al buchón) han quedado impunes. Quizás haya sido la impunidad la que nos haya confundido acerca de estas cosas. Además no nos ha permitido observar la serie de factores que intervienen y se relacionan frente a una situación. La impunidad es sorda y muda y por ello no nos ha permitido informarnos adecuadamente. Entonces, quien denuncia una situación es quien “habla” para “hacer” y no se oculta, tiene un fin que persigue la reparación, la ayuda. Distinto a lo que permanece impune. La denuncia habla y por ello no se alía al silencio. Curiosamente adicto significa: “lo no dicho”. Decir es comenzar a resistir a la impunidad, enunciar, dejar ver los fantasmas. Decir es emitir un mensaje que posibilita una acción. Esto permite construir en todos los sentidos.

No hay comentarios: